La serie Girls emitió ayer su último episodio, poniendo fin a la voz de una generación
Corría el año 2012, cuando empezamos a oir hablar de Lena Dunham. A pesar de que ya tenía en su haber la dirección de un largometraje,Tiny Furniture, aclamado por la crítica. La bomba explotó cuando se emitió el piloto de una serie llamada Girls. En él, veíamos a Hannah, el personaje protagonista interpretado por Dunham, totalmente colocado de opio, revolcándose por el suelo y declamando que era la voz de una generación. Muchos tomaron por loca, a esta joven de ventipocos woodyallenesca y excéntrica, pero seis años después, sólo podemos darle la razón.
Girls ha cambiado la forma de entender la televisión, la forma de entender a los jóvenes y la forma de entender la vida. No es una serie de chicas para chicas, como ya habíamos visto antes, es una serie sobre personas reales, para personas reales. Hannah, Marnie, Jessa, Shoshanna, Elijah, Adam… y todos los personajes que transitan este mundo, en realidad, están presentes en nuestra vida cotidiana. Y ahí está el secreto de la empatía de Girls con su público, en la verdad de lo que cuenta.
La mayoría de series, recrean situaciones de manera plástica y quirúrgica, quitándole hierro a las situaciones, añadiéndole drama innecesario o edulcorándolas hasta la nausea. La creación de Lena, es como una rosa recién cogida del rosal: fresca, y con espinas que duelen y producen heridas, pero que tarde o temprano terminan por sanar.
Durante seis años, Girls ha creado un universo en el que la mujer destaca, es poderosa y lleva las riendas. Dunham nos ha dado muchas lecciones, pero sin duda su particular y acertada visión del feminismo, la más destacada. A través de su álter ego televisivo, se ha mostrado vulnerable y se ha desnudado, literal y metafóricamente, proclamando a los cuatro vientos su verdad, con virtudes y defectos.
En estos dos últimos capítulos de la serie, nos ha tocado hacer una ronda de despedidas. Muchos tenemos un sabor agridulce, ese regusto de cuando dejamos épocas atrás y nos toca mirar hacia delante. El final de Girls, no busca complacer, ni hacer sentir bien, sólo pretende reflejar lo qué es madurar y que para conseguirlo, no hay que acertar en todo. Lo realmente necesario es equivocarse.
Girls, ha sido definida como la serie millennial por antonomasia. Pero sin duda, esta definición se queda corta. Girls no es algo generacional, es algo vital. Porque aunque este protagonizada por jóvenes, en sus capítulos, todos encontramos un recoveco dónde resguardarnos y sentirnos arropados. Crecer y madurar, no es una cuestión de edad. Lena Dunham no es la voz de una generación, es la voz de personas que necesitan encontrar su sitio, de mujeres que no necesitan que nadie les diga lo que tienen que hacer, y nos ha enseñado a aceptarnos y a querernos, y en definitiva, a vivir, con miedo y sin él.