The Art Life nos acerca a un David Lynch desconocido, oculto y emocional
Hay documentales vacíos, documentales para fans y documentales totalmente necesarios. A esta última categoría, pertenece David Lynch: The Art Life. A partir de este viernes, queridos lynchianos, lo que podréis ver en la pantalla del cine, no es una tediosa hora y media de entrevistas, es una auténtica revelación.
Todos tenemos más que asumido, que David Lynch es uno de los grandes genios de nuestro tiempo. Este hombre de Renacimiento de lo oscuro, pinta, diseña, hace música e incluso cine. Pero en definitiva, crea arte. Y detrás de todo gran artista, siempre hay una persona, y en el caso de Lynch no iba a ser de otra manera.
The Art Life es un viaje iniciático de la oscuridad hacia la luz, como es habitual en la mayoría de textos audiovisuales de David, pero esta vez el camino y las aristas que nos descubre son completamente inhóspitos.
A lo largo de los escasos 90 minutos de metraje, asistimos a un relato sobre la dulzura de la infancia, la dureza de la adolescencia y los claroscuros de la edad adulta. Y siempre presente el arte. Lynch ,nos narra las etapas más importantes de su vida y su auto-descubrimiento como artista, permitiendo que la emoción invada el relato.
El discurso se ve complementado, con metraje personal de su propiedad, en el que podemos ver al cineasta cuando sólo era David, un chaval que iba de ciudad en ciudad por el trabajo de su padre, que se metía en problemas y que no tenía muy claro qué hacer con su vida.
Según David va creciendo, el arte se convierte una constante, en ese faro que necesita para poder seguir navegando en la vida. Asistimos al germen de un genio y eso, siempre es lo más bello de admirar.
Este viaje por lo desconocido, se detiene en el preciso instante en el que suponíamos: la consagración de Lynch. Tras una revelación viendo como uno de sus cuadros, cobra vida ensoñatoriamente, David decide dedicarse en cuerpo y alma al séptimo arte. Comienza con la producción de esos cortos que todos amamos, como es The Alphabet. Luego la matriculación en la escuela de cine más prestigiosa de América, el rodaje de Eraserhead, y el resto es historia viva del cine.
Durante todo el documental, vemos al cineasta creando en su ambiente de trabajo. Un gran taller muy lynchiano, valga la redundancia, compuesto de paredes por paredes de hormigón, revuelto y con suelo de tierra. Un lugar desoladoramente hermoso.
David Lynch: The Art Life, es una película para disfrutar, para aprender, para inspirarse. Es un metraje, que cambia la percepción y humaniza, a uno de los titanes del cine post moderno y que consigue, que el espectador no familiriazado con su obra, entienda que hay razones, que justifican la belleza de lo macabro que envuelve todo lo que hace. En definitiva, un documental necesario para el arte, necesario para el cine y necesario para la vida. Gracias David.