Regina de Miguel (Málaga, 1977), artista y productora cultura, desarrolla su trabajo en torno a las conexiones entre situaciones de análisis y percepción científica, reflexionando sobre la legitimación que la ciencia hace de su propio discurso. Su obra comparece con soltura tanto en las grandes instituciones y museos internacionales como en los espacios independientes. Es, sin duda, una de la grandes de su generación. Lucrecia Dalt (Pereira, Colombia, 1980), cantante y compositora experimental. Su música, llena de atmósferas densas y armonías telúricas, genera paisajes sonoros que evocan sueños y mundos remotos. Sus últimos discos han sido publicados por sellos como Care of Editions o Other People (del prolijo Nicolas Jaar).
Estas dos berlinesas de adopción se aliaron por primera vez para la última película estrenada de la malagueña, Una historia contada desde abajo, que pivota sobre uno de los casos más insólitos en la historia de las tecnologías de la comunicación: el proyecto Cybersyn en el Chile de Salvador Allende. La cosa entre ellas hizo clic y dio lugar a una colaboración que está resultando de lo más fructífera. Compartimos charla y vino para hablar de ello.
El encuentro. [Regina de Miguel] Una sorpresa. No nos conocíamos personalmente ni tampoco nuestros respectivos trabajos. Fue la periodista y escritora Lucía Lijtmaer, guionista de Una historia contada desde abajo*, quien sugirió el nombre de Lucrecia para la parte sonora del proyecto. En ese momento solo contábamos con un fragmento de guion, se lo envié, y ella me mandó una prueba que me fascinó. Aún no había nada rodado, no había financiación ni ningún contexto creado más que las ganas de trabajar juntas. Durante todo el proceso, Lucrecia estuvo muy involucrada realizando muchas más labores de las que se reflejan en los créditos.
Imágenes extraidas de la película “Una historia nunca contada desde abajo”
El proceso. [Lucrecia Dalt] Yo hasta entonces nunca había colaborado con otra disciplina. Siempre había sido con músicos para proyectos concretos. Desde hacía tiempo sentía la necesidad de relacionarme más con el mundo audiovisual. De hecho, mis últimos discos pretendían eso: invadir el espacio con imágenes y ofrecer posibilidades de toda esa información a modo de band mate o tercer elemento que está ahí y te dice por dónde seguir. Para mí fue muy interesante ver hasta dónde llegan mis límites y los de la otra persona.
[RdeM] Nos lo pasamos muy bien. Para mí significa desacrilizar y quitarle solemnidad al lenguaje; ese lenguaje científico oculto o de la alta cultura, y darle un nuevo tono, que es justamente lo que ella le otorga.
[LD] Estudié ingeniería civil y de alguna manera ahora he podido traer todo ese conocimiento y hacerlo funcionar en este nuevo contexto. Cosas que había hecho en el pasado y que sentía muy alejadas de mí han vuelto a cobrar un sentido: hacer una canción que habla de las bacterias o de vidas en condiciones extremas me predispone a trabajar de otra manera. Es muy diferente sentarse a componer una canción de la nada, que hacerlo con material, un guion, una letra, una lluvia de ideas, artículos por leer… Es muy enriquecedor.
Imágenes extraidas de la película “Una historia nunca contada desde abajo”
Los límites. [RdeM] Compartimos nuestras dificultades y dudas, y éstas forman parte del proceso, con la tranquilidad que da saber que no estás sola. Dependiendo un poco de la naturaleza de cada proyecto, la colaboración se desarrolla de una manera distinta. Puede haber proyectos donde la autoría sea mía y Lucrecia aparezca como responsable de la banda sonora, como ocurre en Una historia contada desde abajo; sin embargo, también tenemos proyectos donde la autoría es compartida, como en We are a plot device, una pieza sonora encargada por José Luis Espejo para la radio del Reina Sofía a la que le añadimos una prótesis tecnológica y formal diseñada por las dos para una exposición en La Capella de Sant Roc, comisariada por Marina Vives, que se inauguró el pasado 15 de octubre. También en octubre presentamos Aura Nera** en Arts Santa Mònica, en Barcelona, comisariada por Oriol Fontdevila, para el que generamos una pieza sonora con textos míos y las voces de Lucrecia y la performer Ania Nowak.
[LD] Con nuestra colaboración siento que he sido capaz de expandir los límites. Antes me sentía de alguna manera encasillada en el mundo musical y, de repente, por primera vez sentí que todo adquiría sentido.
Imágenes de la instalación artística “Ansible”
La voz femenina. [RdeM] Las voces de mis personajes, todos femeninos, robóticos, maquínicos y de naturaleza un tanto incierta, son una evolución de la voz de Lucrecia. Su voz vino a encajar en un contexto teórico en el que yo venía trabajando como base conceptual y poética: la figura de un personaje femenino que funciona como un arquetipo, que recorre todos los tiempos de la historia, que está en los mitos primigenios, pero que también se vislumbra en las utopías científicas y tecnológicas.
Por venir. [RdeM] Estamos trabajando juntas en la banda sonora de la película que rodé en la Isla Decepción, Antártida, el pasado mes de enero, donde quiero que Lucrecia tenga una participación importante en el montaje de la película. Además, tenemos en mente organizar una plataforma de reflexión y creación sobre estos procesos y los temas que abarcamos.