Así fue la última edición del Festival Cruïlla Barcelona
Se hace raro, muy raro, adentrarse en el imponente Parc del Fòrum a primera hora de la tarde y comprobar que la afluencia de público es más dilatada de lo habitual. A diferencia de lo que ocurrió hace poco más de un mes en el Primavera Sound, el asistente medio del Cruïlla prefiere tomárselo todo con más calma, sin prisas. Solo así se entiende que uno de los nombres más llamativos de esta edición, Cat Power, cantara ante una audiencia mucho menor de lo que podría esperarse. Más allá de esa gente maleducada que te estropea con sus conversaciones a grito pelado un buen concierto, la estadounidense cumplió con creces con un show muy sobrio en el que las canciones hablaron por sí solas. Sin obviar gemas de su repertorio como “The Greatest”, lo más llamativo fueron las versiones que se marcó, por ejemplo, del “Blue” de Joni Mitchell o del “Don’t Explain” de Billie Holiday.
Aunque si un nombre lo capitalizó todo en la primera jornada del viernes ese fue Damien Rice. Solo en el escenario (acompañado de su guitarra, dos micros y todo tipo de efectos que iba lanzando con los pedales), lo del irlandés fue de una belleza sublime. Pocas veces se puede ver a un artista transmitiendo tanto con tan poco. Y como ya hiciera en el Primavera Sound en 2015, lo suyo fue un concierto para enmarcar. Desde “It Takes a Lot to Know a Man” pasando por una “The Blower’s Daughter” coreadísima a modo de cierre, lo de Damien Rice es de otro planeta. Qué vuelva cada año las veces que quiera. Ahí estaremos.
Esta foto: Damien Rice / Foto inicio: Cat Power
Como es habitual en el festival, la cuota nacional tiene el mismo peso que la internacional. Bunbury, sin ir más lejos, fue también uno de los grandes triunfadores (y de los que más público congregó). Guste o no su música, nadie puede poner en tela de juicio que el aragonés es una estrella de los pies a la cabeza. Siempre es un placer volver a cantar a pleno pulmón lo mejor de su época en Héroes del Silencio, por lo que pocas pegas se le pueden poner pegas a su entretenidísimo espectáculo. Algo diferente, la verdad, fueron las sensaciones que nos generaron Crystal Fighters. Vale que son una banda que aboga por la verbena electrónica, pero quien esto escribe no consiguió meterse en la propuesta en ningún momento por muy buen rollo que transmitieran.
Vetusta Morla también se dieron su baño de masas. Con los años han perfeccionado su directo como si de un reloj suizo se tratara, y ciertamente Pucho se alza como un gran líder para la banda rebosando carisma por todos sus poros. Los ritmos latino-electrónicos de Bomba Estéreo (imposible no eliminar dos kilos como mínimo bailando con ellos) fueron un gran aperitivo para acabar con Rudimental y unos Digitalism que sonaron endiabladamente bien.
Vetusta Morla
Ya el sábado, nuestra primera cita fue con los legendarios James. Aunque pasen los años, los de Manchester siguen siendo unos profesionales de aúpa. Bien es cierto que su reciente “Girl at the End of the World” no es precisamente lo mejor que nos han traído, pero en su directo combinaron más que bien estos últimos números más irregulares con los hits que atesoran. Volver a escuchar “Sit Down” o “She’s a Star” siempre es una delicia.
No obstante, lo mejor estaba por llegar. Alabama Shakes demostraron porque son una de las bandas más de moda en la actualidad. Ver en acción a su líder, Brittany Howard, es todo un regalo para los sentidos. A entrega y carisma pocas pueden hacerle sombra, pero es que encima el grupo cuenta con dos discos en el mercado que han revitalizado el blues eléctrico con una frescura de lo más plausible. Tenemos Alabama Shakes para mucho, mucho tiempo.
Alabama Shakes
Robert Plant, por su parte, nada más subirse al escenario con los Sensational Shape Shifters dejó claro que la veteranía puntúa doble. Aun repasando parte de su repertorio en solitario, resulta lógico que el público se volviera completamente loco cuando el británico rescató canciones de los inmortales Led Zeppelin. Temas como “Whole Lotta Love” o “The Lemon Song”, por mucho que pasen los años, forman parte de la vida de varias generaciones. No se nos ocurre mejor forma de encarar las últimas horas del festival que con él.
Love of Lesbian, como el día anterior ocurriera con Vetusta Morla, se mueven como pez en el agua en el formato festivalero. Los catalanes, como es habitual en ellos, ofrecieron un concierto divertidísimo y que de principio al final se presta a hacer canturrear al respetable. Pese a vertebrarse en las últimas canciones de “El Poeta Halley” (empezaron con dos de sus mejores bazas, “Cuando No Me Ves” y “Bajo el Bolcán”), Santi Balmes y compañía no obviaron esa parte de su cancionero que les ha convertido en una de las formaciones más queridas del país. Tras ellos, la visceralidad escénica de Skunk Anansie puso punto y final a un festival donde el eclecticismo lo es todo. Y lo decimos para bien. El Cruïlla, sin duda, es un lugar idílico para todos aquellos que musicalmente no quieren encasillarse. En un año, más y mucho mejor.
Robert Plant